ZapeandoMarta Conde
¿Dónde están los límites?
Ni lo uno, ni lo otro. La televisión no se puede acordar sólo de ellos en su día, el de los gitanos andaluces. Ni tampoco, criticarlos sin piedad cada vez que alguna de sus celebraciones llega a sus manos. Joaquín Petit hizo lo primero en su programa Las 1001 noches (Canal 2). Desde el respeto, entrevistó a Horacio, un conocido rapero sevillano de Polígono Sur, a su mujer y a sus dos niñas. El Tomate (Tele 5), en su línea, hizo lo segundo. Si no tuvo suficiente radiando la boda de Farruquito, ahora se ha cebado con el enlace de su prima en 2005.
Despellejaron a todos los invitados: que si uno «tenía cara de abducido»; que si la madrina «iba de amarillo pollo»; que si «la novia llegó con más de 200 en el carromato»... No hay derecho. Ahora, el Consejo Audiovisual de Andalucía ha dicho que mediará para evitar que se ofrezca una imagen estereotipada de los gitanos. Me parece muy bien. Si el reto es que la minoría étnica más discriminada se integre, esta no es la manera. Los tomateros deberían tenerlo en cuenta.
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