Por: Patrick Williams**
SIEC. Actualidad Étnica, 29/05/2008. Por más que a veces lleven generaciones establecidos en una misma región, los gitanos siguen siendo considerados como extranjeros de paso, imagen que encubre una realidad compleja. Los gitanos, siempre dispersos, forman grupos de magnitud variable, la “kumpania”. Cuando esas unidades se asientan, pueden agruparse en un barrio o en una aldea o dispersarse entre las viviendas de los demás habitantes. Cuando están en movimiento, su composición puede transformarse en cada etapa. Los encuentros que se producen en las paradas propician el paso de individuos de una “kumpania” a otra, y con ellos pasan prácticas, relatos, estilos de vida.
“Decidirnos, romper todos los lazos con que la vida moderna y la debilidad de nuestro corazón nos han encadenado, armarnos simbólicamente con el talego y el cayado del peregrino”, Isabelle Eberhardt (1877-1904), escritora francesa
Oriundos del noroeste de
La lengua gitana tiene los mismos vínculos con su lengua madre -el sánscrito- que el hindi, el gujrati y el penjabi, con la diferencia de que no existe como tal, sino que es la suma de un sinfín de dialectos en los que han dejado su huella los idiomas de los territorios atravesados a lo largo de los siglos. De modo que estudiando la lengua de un gitano contemporáneo se puede llegar a determinar el itinerario que siguieron sus antepasados. La diversidad de dialectos gitanos refleja la diversidad de sus recorridos.
Ahora bien, las investigaciones no han permitido determinar quiénes eran antes de abandonar
Sea como fuere, la partida de su tierra y esa gran migración hacia Occidente no forman parte de la memoria gitana, lo que lleva a pensar que el éxodo no fue vivido como tal. Han conservado evidentemente la impronta soterrada de
La migración de los gitanos está relacionada además con la historia de los países que atraviesan. No son ellos los que la dirigen. No está en su mano decidir si se quedan o se van ni hacia donde. ¿Es éste el motivo de que hayan mostrado siempre predilección por las zonas fronterizas?
Al estudiar los movimientos de los grupos gitanos desde su llegada a Europa se observa que, forzados o decididos libremente, esos desplazamientos responden siempre a una evolución del entorno no gitano. No cabe pues dar esta migración por terminada y prueba de ello es la llegada de gitanos ahuyentados por las conmociones políticas de Rumania o de la ex Yugoslavia a los países de
Nomadismo
Así como la migración responde a situaciones que para nada dependen de los gitanos, el nomadismo por su parte es una auténtica forma de organización social.
La organización de los desplazamientos guarda una clara relación con el ritmo de las estaciones: largas paradas en invierno, y trashumancias cuando llega el buen tiempo. Pero seguramente hay también una dimensión sagrada: las festividades cristianas del domingo de ramos y del Día de Todos los Santos coinciden con el momento de la partida y con el del regreso, fechas en las que las familias gitanas tienen por costumbre visitar a sus difuntos. El cementerio que alberga las tumbas familiares suele ser el centro desde el que se organiza el territorio.
Los gitanos siempre dispersos, forman grupos de magnitud variable, que son unidades de corresidencia o cocirculación. Para designarlas, los Rom Kalderash utilizan la palabra kumpania, compañía, reveladora de que los elementos que integran esos grupos son más importantes que las formas que pueda adoptar el hábitat.
Cuando esas unidades se asientan, pueden agruparse en un barrio o en una ‘aldea’ -la situación más frecuente en Europa central- o dispersarse por familias entre las viviendas de los demás habitantes. Cuando están en movimiento su composición puede transformarse en cada etapa, pues la kumpania es un cuerpo cuya estructura molecular cambia en función de las circunstancias sin dejar de ser fiel a su propia naturaleza. Los encuentros que se producen en las paradas propician el paso de individuos de una kumpania a otra, y con ellos pasan prácticas, relatos, estilos de vida…
Dentro de una kumpania nómada, la familia ampliada -tres generaciones- constituye un núcleo estable. Los niños tienen al crecer la sensación de pertenecer a una estructura duradera y que el mundo gira a su alrededor. La célula familiar es autosuficiente gracias a la distribución de competencias y a la complementariedad de las funciones de sus integrantes. Por ejemplo, los hombres se dedican a la artesanía y las mujeres a la venta (modelo tradicional de organización de las familias de canasteros), o bien los adultos se reservan el comercio de determinadas mercancías (ropa) y los niños el de otras (flores y frutos silvestres). Aunque existen artesanos especializados (herreros, estañadores, orfebres, canasteros, etc.), lo que más se valora es la polivalencia. Hay que saber hacer frente a los imprevistos.
Circulación
La circulación de individuos y familias entre grupos más grandes favorece la renovación constante de las configuraciones sociales y la amalgama de todos los elementos de la sociedad. Esta circulación entre grupos, auténtico signo distintivo del ‘nomadismo’ gitano, obedece a varios factores.
La pertenencia a una red de parentescos permite situar a una persona a la que se acaba de conocer. Todo el que llega a una comunidad nueva busca entre sus múltiples relaciones aquellas que le permitan ‘aferrarse’ a una familia y, una vez reconocido así, se convierte en miembro responsable de esa comunidad, con los mismos derechos y deberes de los demás.
Otro factor que genera un sentimiento de fraternidad es el hecho de compartir valores y rasgos culturales.
Esta integración se manifiesta enseñando al recién llegado las técnicas propias de las actividades económicas a las que se dedica la comunidad. Un artesano en gira comercial no vacilará nunca en aceptar una reparación que se sabe incapaz de hacer, porque tiene la seguridad de encontrar entre sus “hermanos” alguno que pueda hacerla. En tal caso y sea cual fuere el trabajo realizado, es obligatorio repartir las ganancias por partes iguales. Se valora más la cooperación que el éxito individual.
Pero no siempre es posible pasar de una comunidad a otra. Las trayectorias de algunos grupos han sido divergentes de tiempos tan remotos que sus miembros parecen no tener nada en común. El hecho de que las sociedades establecidas los juzguen con el mismo rasero no basta para que todos los ‘Calé’ se reconozcan entre sí.
Territorios
Los gitanos practican un nomadismo en un territorio ya ocupado. Entre los nómades y su entorno existe una relación de fuerzas, evidentemente materiales, pero más de legitimidad. Por venir de lejos, por vivir de otro modo, los gitanos son considerados intrusos y extranjeros por doquier. La historia pone de manifiesto que las sociedades en las que viven quieren deshacerse de ellos.
Pero la historia de los gitanos es también la de individuos que se aplican a desbaratar esa relación de fuerzas. El nomadismo facilita estrategias como la invisibilidad y la fluidez, que permiten colarse en los intersticios (legislativos, económicos, geográficos…) que una sociedad deja vacíos.
Así pues, existen territorios gitanos dentro del territorio de los no gitanos. Sus dimensiones son variables y adoptan diversas formas; constituidos por itinerarios y polos, se superponen o se entrecruzan. Pueden ser libremente accesibles o estar vedados: entre grupos gitanos de una misma región, las relaciones pueden ir de la solidaridad a la competencia o de la ignorancia a la guerra.
Según las actividades que ejerzan o las relaciones que por causa de ellas mantengan con los no gitanos, las formas de ocupación y explotación de esos territorios cambian. Las actividades comerciales que los gitanos escogen exigen un mínimo de respeto de las formalidades administrativas locales y poseer ciertas nociones elementales (más vale, por ejemplo, saber hablar la lengua de la clientela potencial). Algunos se contentan con ese mínimo, pero otros conocen perfectamente los usos y costumbres locales.
Con todo, se observa que suelen ser las comunidades que muestran un mayor dinamismo cultural en la conservación de su lengua y la perpetuación de sus costumbres (matrimonios que siguen siendo mayoritariamente endogámicos) y tradiciones (música, literatura oral, vestimenta) las que se mueven con más soltura en medios no gitanos.
Los gitanos no han quedado al margen del movimiento general de urbanización de la población, más o menos marcado según los países de Europa, ni tampoco del progreso técnico y han sabido aprovechar el perfeccionamiento de los medios de transporte individuales. Las formas de desplazamiento se han modificado. También las familias se quedan cada vez más tiempo en un mismo sitio. Los acontecimientos familiares dan lugar a recorridos precisos para los que el automóvil basta. La vida comunitaria se resiente a veces de estos progresos, pero también puede salir enriquecida del contacto con grupos muy alejados.
Evolución
Las recientes transformaciones políticas no han dejado de tener repercusiones tanto en el fenómeno migratorio como en el nomadismo. Centenares de familias gitanas han salido de los antiguos ‘Estados socialistas’ para encaminarse hacia países de Europa Occidental en los que esperan ser aceptados como refugiados. Pero la creciente intervención en estos países de los poderes públicos en la vida de los ciudadanos afecta también a los nómadas, especialmente en lo que atañe a los lugares donde tienen derecho a establecer el campamento, la organización de este y la preparación de programas específicos de salud, escolaridad y formación profesional.
Seguramente la situación histórica de los gitanos no ha sido nunca cómoda, pero siempre han sabido perpetuarse y gozar de una relativa autonomía, muchas veces en medios hostiles. Si bien es cierto que los desplazamientos colectivos van educiéndose, las demás características que definen el ‘nomadismo’ gitano se mantienen. La circulación de individuos y familias nucleares -dinámica esencial de la sociedad gitana- no ha cesado, aunque actualmente se produzca más bien entre polos fijos que móviles.
* Originalmente aparecido en el correo de
** Patrick Williams, etnólogo francés, es miembro del Laboratorio de Antropología Urbana del Centro Nacional de Investigaciones Científicas de Francia (CNRS). Desde hace muchos años se dedica al estudio de la cultura y la sociedad gitanas. Ha publicado entre otras obras "Django" (1991) y ""Nous on en parle pas". Les vivants et les morts chez les Manouches" ("Nosotros no hablamos de eso". Los vivos y los muertos entre los gitanos" (1993).
No hay comentarios:
Publicar un comentario