Joselillo se abre paso
8.11.2012 LA VERDAD
Cuando era cadete le preguntaron si le molestaba el mote de 'el Gitano' y él respondió que en absoluto.
José Rodríguez es el primer menor de edad que marca un gol para el Real Madrid desde 1995. «Se ha criado con un balón en los pies», dicen los vecinos de este centrocampista gitano
José Rodríguez va rápido pero seguro. El futbolista de Villajoyosa
(Alicante), que el mes que viene cumplirá los 18, se ha vuelto un
experto en cubrir etapas a velocidad pasmosa, obligando al mundo a
acomodarse a sus ritmos. Hace solo cuatro años estaba aún en los cadetes
del Hércules, y en este tiempo le ha dado tiempo a pasar como un cohete
por las categorías inferiores del Real Madrid, incluso a saltarse una,
hasta llegar al Castilla y debutar en el primer equipo. Y, para José,
debutar no supone pisar tímidamente un campo de fútbol, como pidiendo
permiso a sus mayores. Él debuta con una soltura que se aproxima a la
desfachatez. En su estreno con la selección sub-17 ya les clavó un gol a
los moldavos. Y el miércoles de la semana pasada, en su primer partido
codeándose con referentes como Kaká o Benzema, el centrocampista gitano
también acertó a colarle un balón por la escuadra al portero del
Alcoyano, además de asumir con toda naturalidad la tarea de organizar el
juego.
Es la primera vez que un menor de edad mete un gol para el Real
Madrid desde el 10 de junio de 1995, una de esas fechas que la afición
blanca tiene grabadas en la memoria. Aquel día marcó un tal Raúl, y esa
referencia alimenta los pronósticos que ven en el impetuoso José a un
futuro astro del equipo y del fútbol español. En su pueblo, donde todo
el mundo le conoce como Joselillo, el orgullo les brota por los poros, a
la vez que aceptan el revuelo con la naturalidad de quien ya sabía lo
que el Madrid tenía entre manos. «Este muchacho se ha criado con un
balón en los pies. Es un fenómeno del fútbol, siempre jugando en la
calle, en los parques... Y lo mejor es que no se lo tiene nada creído:
mira lo que dijo, que el gol fue cosa de suerte. Así es él de humilde»,
le retrata Miguel Moreno, presidente de la asociación Akí Estuvelamos y
vecino de barrio y de mercadillo. Porque el padre de José, Joaquín, que
también jugó al fútbol en Tercera, ha regentado durante muchos años un
puesto en el mercado. La venta de ropa ha servido a la familia para ir
prosperando: primero vivían en el casco antiguo, después se trasladaron
al Poble Nou y finalmente compraron un bungalow. El pasado verano se
mudaron a Torrejón, porque José no es el único hijo que remonta estos
días el exigente escalafón del Real Madrid: el pequeño Joaquín, con 13
años y descarado gesto de pilluelo, milita ahora en el Infantil A.
Con el desembarco de la familia en la capital, la vida de José se
ha normalizado un poco después de tres años en la residencia, sometido
al desarraigo y la provisionalidad de los jóvenes emigrantes del fútbol.
Su biografía del último año y medio, compendiada en cientos de entradas
de Twitter, es un continuo ir y venir a la Ciudad Deportiva de
Valdebebas, entre mensajes de camaradería a los compañeros -«hermanos»,
suelen llamarse-, nostalgias de la Costa Blanca y bastante televisión,
sobre todo series como 'Aída' o 'La que se avecina'. «Aprovecharé para
apuntarme a la autoescuela, que ya va siendo hora», escribía hace un mes.
La tentación inglesa
Aquel adolescente delgadillo que llegó a Madrid es ya un tiarrón
de 1,80, con la suficiente presencia de ánimo como para haber rechazado
el año pasado las propuestas del Arsenal: Arsène Wenger quería
llevárselo a Inglaterra, y a José muchos le recomendaban que se
marchase, porque allí tenía el primer equipo a tiro y en el Real Madrid
no. Pero se mantuvo en sus trece, con una seguridad en sí mismo que no
es nueva. Cuando estaba en los cadetes del Real Madrid, el entrenador le
preguntó si le molestaba que le llamasen 'el Gitano', y él respondió
que en absoluto. Claro que también solían referirse a él como 'el
Naricita'.
«Tiene mucho recorrido por su fuerza y un marcado carácter
ofensivo. Es potente, con gran energía y resistencia. Un futbolista que
aparece por sorpresa ante el rival y es capaz de recuperar balones», le
describe actualmente la web del equipo blanco, mientras Mourinho se
entretiene en lanzar críticas al entrenador del filial por desaprovechar
un diamante en bruto. Pero José Rodríguez no pierde esa humildad que
admiran sus vecinos: «Mi equipo es el Castilla», declaró después de su
gol de Copa. También es verdad que un debut memorable no garantiza nada,
incluso puede resultar contraproducente: aquel 10 de junio de 1995 no
solo marcó Raúl, sino también su compañero Alberto Rivera, todavía más
joven, que esta semana recordaba cómo aquello le condicionó «para bien y
para mal», porque después soportó «una presión muy superior a la que un
jugador debe sentir a esa edad».
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