Cordobés de nacimiento, granadino de adopción y ciudadano del mundo

LA OPINIÓN Mario Maya, descendiente de una familia sacromontana cargada de artistas, nació en 1937, en Córdoba. Sus inicios estuvieron vinculados a las cuevas del Sacromonte. A los trece años debutó con Manolo Caracol en Madrid, y posteriormente trabajó en casi todos los tablaos madrileños.

Durante cuatro años continuó su carrera artística formando parte del Ballet de Pilar López, su profesora, y en cuyo recuerdo y homenaje el propio Mario escribió una emotiva carta publicada en este periódico, del que fue colaborador.

En 1955, después de asistir durante unas semanas a la academia de El Estampío estuvo en el Colmao Villa Rosa, de Madrid, y luego en el tablao Zambra, también de Madrid.

En 1956 y hasta 1958 perteneció al ballet de Pilar López, con el que recorrió distintos países. En 1959 se incorporó al tablao madrileño El Corral de la Morería y a continuación formó pareja con La Chunga para debutar en la sala de fiestas El Biombo Chino de Madrid y realizar una gira por Estados Unidos de América y diversos países de Iberoamérica: Argentina, Colombia, Cuba y Venezuela.

En 1960 viajó a Nueva York, donde se relacionó con las nuevas tendencias y el Teatro Contemporáneo, de donde tomó ideas y conceptos sobre la danza que más tarde aportaría al baile flamenco.

Regresó a Madrid y formó el Trío Madrid, en colaboración con Carmen Mora y Eduardo Serrano ´El Güito´. En 1974 puso en escena junto con el poeta granadino Juan de Loxa el espectáculo flamenco ´Ceremonial´, que constituyó el primer intento de baile de vanguardia.

Volvió a su barrio del Sacromonte pare estudiar más de cerca toda su cultura, abrió un estudio llamado Zincalé donde se dieron cita escritores, músicos, poetas y gitanos. Fruto de esta etapa de encuentros con la cultura tradicional fue la iniciación de una búsqueda en la que pretendió una evolución de la temática flamenca acorde con una sociedad en transformación.

En colaboración con el poeta granadino José Heredia Maya, Mario Maya puso en escena, en 1976, ´Camelamos Naquerar´ (Queremos hablar).

Esta obra pretendió concienciar a la sociedad acerca de los problemas gitanos y constituyó todo un acontecimiento cultural y
sociopolítico, originando gran repercusión en el mundo de la danza flamenca. Mario Maya siguió buscando nuevas formas de expresión, partiendo de la raíz del flamenco.

En 1977 ideó un nuevo montaje, en el que relató la historia de lo gitano-andaluz, llamado ´Ay, Jondo´, de nuevo en colaboración con Juan de Loxa. En 1983 se trasladó a Sevilla e hizo el montaje de ´Amargo´ basado en textos de Federico García Lorca, y en 1987 la coreografía por encargo del Festival de Venecia (Teatro de la Fenice), de la famosa obra ´El Amor brujo´ de Manuel de Falla, haciendo una versión un tanto revolucionaria.

En 1988, la Bienal de Flamenco de Sevilla le encargó un nuevo montaje al que llamó ´Tiempo, amor y muerte´, en el que desarrolló las tres claves del pensamiento lorquiano.

En 1990 el Festival de Mont de Marsan hizo su estreno en los festivales flamencos con un montaje que encargaron a Mario Maya titulado ´Tres movimientos flamencos´. En 1992 el Ministerio de Cultura reconoció su trayectoria con el Premio Nacional de Danza. En 1994 la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía le nombró director artístico del programa andaluz para la danza. De dicho programa Mario forma la primera compañía de la comunidad autónoma, con sede en el Teatro de la Maestranza de Sevilla, con la que realizaría posteriormente los montajes ´De lo flamenco´ y ´Réquiem´ para el fin del milenio.

En 1997 estrenó en el Teatro Villa Marta de Jerez ´Los flamencos cantan y bailan a Lorca´, y en 1998 la X Bienal de Sevilla le encarga de nuevo otro montaje, que dedicó a los cantes de ida y vuelta. Mario dio a este montaje por primera vez el tratamiento de un musical y lo llamaría ´La mar de flamenco-De Cádiz a Cuba´.

Su prolífica trayectoria artística hizo a Mario Maya acreedor de numerosos galardones. En los últimos anos, Mario Maya había continuado ejerciendo la dirección artística de su propia compañía.

En Granada estuvo durante dos años como director del Centro de Estudios Escénicos de la Chumbera, por el que pasaron la mayoría de los jóvenes artistas locales, y del que surgieron los espectáculos ´Diálogo del Amargo´ y ´Un, dos, tres, faaa´. Su última colaboración artística había sido la del espectáculo ´Mujeres´, en el que participaba su hija, Belén Maya, junto con las bailaoras Merche Esmeralda y Rocío Molina.

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Antoniojoseheredia@gmail.com

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